En cierto modo, la serie Verano azul simboliza la Transición: el conflicto latente dentro de aquella fractura generacional de los 80, en la que un país puritano, autoritario y poco receptivo a nuevas ideas coexistía con otro ávido de cambio, libertad y empatía. En todas estas cuestiones ahonda Verano azul. Unas vacaciones en el corazón de la Transición: a partir de la mitomanía, la memorabilia y las citas de diálogos míticos y de una ruta turística por Nerja acompañada por Miguel Joven, el actor que encarnó a Tito, Mercedes Cebrián reflexiona acerca del impacto que ha tenido la serie creada por Antonio Mercero no sólo como producto de entretenimiento y narración juvenil, sino también como altavoz de la necesidad de aire fresco y del espinoso proceso de transformación de un país entero. Una idea que se resume en unas pocas palabras: Verano azul somos todos, y hoy somos lo que somos, en parte, gracias a aquellos diecinueve episodios que han traspasado generaciones y siguen muy vivos en el recuerdo.