Searle señala dicha falacia como la fuente de casi la totalidad de las confusiones en la historia de la filosofía de la percepción. Desde este punto de vista, la única realidad a la que podríamos acceder es la realidad subjetiva de nuestras experiencias individuales, lo cual permite que ilusiones y alucinaciones se vean elevadas al estatus de percepciones del mundo real. Esto, sin embargo, impide dar respuesta a una cuestión fundamental: ¿cómo afecta el carácter puramente experiencial de nuestras percepciones a lo que percibimos? O, dicho de otro modo: ¿cómo aborda la fenomenología el problema del contenido perceptual?