"Veladas indecentes" son tres textos autónomos y ligados por su "indecencia", en el sentido de su no posible clasificación en el campo del teatro burgués usual: su lectura ya suena a insumisión a la "decencia" que proponen y los tópicos que mantienen tanto a los productores profesionales/comerciales como los programadores institucionales, que han heredado la presunta "filosofía" del viejo teatro comercial para el consumo. Originalmente escritas en lengua gallega, su traductor, Carlos Penela, nos ha procurado una versión excelente.
"La velada de Londres", la más breve y quizás la más fascinante, es un episodio imaginado por Lourenzo sobre la novela "Drácula" de Bram Stoker, y tanto ésta como las otras dos, "Cuando llega diciembre" y "La velada espectral de Mr. Peabody", nos ponen ante una especie de surrealismo crítico o de fantasmagoría realista, en la que es evidente la crítica concreta a los tiempos actuales y sus corrupciones y oscuridades. Así, la patria de estas veladas es tanto el inconsciente del poeta como, digamos, Santiago de Compostela. El paisaje será fantasmal pero también sobre él cae y se desliza una lluvia concreta y reconocible como cotidiana en la vida de todos los días sobre aquella geografía -Galicia- que es la patria, real o imaginaria, de estas acciones que constituyen "una escena espectral, maravillosa; un milagro del gélido noviembre", como dice Peabody en la última, mientras Mina acentúa en la primera ese carácter fantasmagórico-realista de estos personajes: "Me veo borrosa. Casi no me reconozco en este rostro indefinido. No soy yo. Tampoco soy otra persona". Estamos en la realidad del misterio o, de lo que es lo mismo, en el misterio que hay en el fondo de las opacas realidades de todos nuestros días.
(A.Sastre)