En el año 2000 un hombre acudía con un arqueólogo y un forense al lugar en el que su abuelo había sido enterrado. Quería resolver un problema familiar: recuperar los restos y trasladarlos junto a los de su abuela. Ese hombre era Emilio Silva, hoy presidente de la asociación para la recuperación de la memoria histórica. Pronto este hecho trascendió a los medios y empezaron a llegarle miles de peticiones de gente en su misma situación.
Éste es un libro de historias de héroes hasta ahora anónimos, de grandes injusticias y tragedias, de hogares rotos en los que nunca se habló del que faltaba. Ahora sus hijos o nietos han superado el miedo y quieren hacerlas públicas después de 70 años. Es su única y última voluntad de devolver la dignidad a los que murieron de espaldas y así "cerrar las heridas".