Argumento de Una Vida Imaginada
En su poemario Una vida imaginada, Dolores Campos-Herrero evoca su infancia feliz, se pregunta -como si el peso del cansancio se hubiera apoderado de ella- si alguna vez fue joven, y se pasea con soltura por la cotidianeidad de la existencia, observando todo lo que encuentra a su alrededor y deteniéndose en detalles extraños, algunos de ellos premonitorios: «Se leen cosas muy raras / en los baños públicos. 'Ven, muerte, te espero /desesperada'». Y es que la obra está llena de nítidos presagios y malos augurios: «Las maletas preparadas / para el viaje próximo»; «Pasará la vida / como una rápida canción / que nunca acaba»); «La sola idea de la catástrofe / me hace temblar/ ¿Acaso debo temer / que se produzca, así, sin más, por la simple fuerza / de mis miedos?». También la autora reflexiona sobre su vida y su inefable destino: «Razonablemente feliz /era su vida, / (?)/ hasta que descubrió, oh, qué dolor/ no se lo digas, / que hay destinos terribles. Callejones sucios. / Esas cosas desnudas con las /que el azar y las desgracias / nos atacan siempre».0