El mes de agosto de 2014 el Estado Islámico invade el norte de Irak. El ultimátum que da tanto a cristianos, yazidíes y turcomanos es muy sencillo: pagar y convertirse al Islam, o morir. Por esta razón, miles de iraquíes huyen despavoridos de la región.
A pesar de esta diáspora, Pascale Warda no tiene intención de marcharse. Ni siquiera las bombas pueden con ella. Cuando apenas tenía 9 años y sintió por primera vez el rechazo hacia las minorías asentadas en el país, esta mujer de acero que profesa la religión católica, lo tenía claro: trabajar por la paz, no moverse, aunque muchos otros lo hicieran.
Fue designada ministra de Inmigración y Refugiados en el Gobierno interino de Irak tras la guerra de 2003. A través de su ministerio y el liderazgo en distintas asociaciones de derechos humanos entre las que destaca la Organización Hammurabi, galardonada con el premio a la mejor ONG de 2012 por el Departamento de Estado de Estados Unidos, ha conseguido que miles de desplazados de cualquier raza y religión empujados por el viento de la persecución no despeguen por completo los pies y el corazón de sus tierras.
La figura de Pascale en Una rosa en Irak traslada a los lectores a una de las zonas del mundo más conflictivas de los últimos tiempos. La autora consigue que las contradicciones que vive la propia iraquí -cinco ataques directos, el exilio forzado a Francia, la muerte de sus compañeros de trabajo, el rescate de sus familiares en un campo de refugiados de Turquía gracias a la ayuda de la primera dama francesa Danielle Mitterrand- lleguen a la piel de personas que hasta ahora tan solo han sido espectadores a distancia del drama de los refugiados. Y que les duela.
Ana Gil nació en El Puig (Valencia) en 1982. A los 19 años se marchó a Madrid a estudiar periodismo.
En 2006 fue seleccionada por la Asociación de la Prensa de Madrid para el Programa Primer Empleo. Tras un breve paso por el grupo Hachette Filipacchi, trabajó durante varios años en el diario El Mundo.
Desde 2007 trabaja en la sección de educación Aula Abierta del diario Expansión. En 2013, su sección fue finalista del IV Premio Fundación CYD de Periodismo y en 2015 consiguió el Premio Universitario del año en la categoría «Medios de Comunicación» de la Universidad de Sevilla. Nunca imaginó que este iba a ser su primer libro.