Enamorarse no era parte del trato Cuando Georgia Page aceptó la propuesta de Sean Connolly, sabía que era una locura. Pero creyó que iba a ser capaz de fingir ser la prometida del millonario irlandés por un tiempo, solo hasta que la madre de él recuperara la salud. Esperaba poder mantener su corazón apartado de aquella aventura, por muy guapo y seductor que Sean fuera? y por muy bien que interpretara su papel. Le había parecido sencillo, hasta que sus besos y abrazos desembocaron en algo que ninguno de los dos había esperado. Algo que podía convertir su estrambótico trato en campanas de boda?