Gracias a la tenaz labor de Anna Caballé e Israel Rolón, el retrato, hasta ahora de contornos tan confusos e imprecisos, toma forma y tras el enigma aparece una mujer en fuga permanente, desde su adolescente huida de Las Palmas hasta su maduro exilio en Roma. Una mujer distraída y vagabunda, sexualmente ambigua, con un talento innato para la escritura y siempre preocupada por sus bloqueos literarios, observada por unos y por otros, necesitada de libertad, amante de sus hijos y refractaria a la publicidad de su vida. Laforet quiso poner con su silencio el punto final al sufrimiento psíquico que venía arrastrando desde una lejana fecha, cuando el sueño se hizo realidad de forma precoz e inesperada.
Ha llegado la hora de saber algo más.