Uno de los puntales de este ensayo es la premisa de que la diferencia entre "lengua" y "dialecto" es arbitraria. Es la identidad de grupo de sus habitantes (la "conciencia nacional") la que convierte un dialecto en lengua y, viceversa, la falta de esa identidad la que torna una lengua en dialecto. El autor recurre a infinidad de fuentes para mostrar las enormes consecuencias prácticas de este aserto. En total se recogen unas quinientas referencias bibliográficas, en una docena de idiomas diferentes.
Una historia de las lenguas y los nacionalismos es un canto a la tolerancia y a la convivencia entre las culturas, y el lector disfrutará con una mirada profunda y heterodoxa del hecho nacional.