De niña Ulrika pasó los veranos en Tangevik, una pequeña ciudad costera, junto con su gran amiga Anne-Marie, la hija de los vecinos, hasta aquella noche de San Juan en la que todo cambió para siempre cuando la hermana adoptiva de Anne-Marie, una niña extraña y silenciosa, desapareció en la playa.
Veinticuatro años después, Ulrika regresa a Tangevik y recorre junto con sus hijos los escenarios de su infancia. Se pone de puntillas para mirar por las ventanas de la casa de verano. Todo está tal y como lo recuerda, hasta el más mínimo detalle. Es como mirar por una ventana al pasado y vuelve a revivirlo todo. Dejándose llevar por el recuerdo, Ulrika lleva a sus dos hijos a conocer la playa que fue el lugar mágico de su niñez. Bajo sus pies crujen trozos de conchas azulados y color madreperla. En este lugar se ocultan secretos y la plácida vida está teñida de peligro. Pero Ulrika no es consciente hasta que los niños realizan un macabro descubrimiento en una oquedad entre las rocas;