Lo frágil es precioso pero delicado. Así es el ser humano, capaz de profunda nobleza y vil destrucción. El proceso hacia su interioridad para descubrir el sentido de la vida es una peregrinación que tiene básicamente dos caminos. Uno se fija en los ideales y los compara con su propia realidad, con el peligro patente de caer en una constante frustración, ya que resulta una meta inalcanzable. Otro comienza con la aceptación de su propia realidad, confía en la fuerza de Dios y se compromete con los sueños de Jesús. Este segundo camino es novedoso hasta para el mismo peregrino, porque se deja guiar por los signos que Dios le va presentando al caminar. Este segundo camino aprende lo que significa la frase paulina: «Cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte» (2 Cor 12,10), porque la misericordia de Dios lo puede todo, con tal de que uno tenga el valor y la gracia de confiar en Él. Esta espiritualidad desde la fragilidad hunde sus raíces en los Padres del desierto (siglo IV), quienes subrayaron que si uno quiere conocer a Dios tiene que conocerse primero a sí mismo. TONY MIFSUD, SJ, nació en la isla de Malta en 1949, pero desde 1974 trabaja en Chile. Actualmente es director de la Revista Mensaje e investigador del Centro de Ética y Reflexión Social de la Universidad Alberto Hurtado, y acompaña la PADIS (Pastoral de Diversidad Sexual). A lo largo de los años ha trabajado en parroquias, acompañado comunidades de la CVX, dado Ejercicios Espirituales; ha sido rector del Instituto Teológico-Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM, Colombia), coordinador del Proyecto Apostólico de los Provinciales Jesuitas en América Latina (CPAL, Brasil) y profesor de Teología Moral en la Universidad Católica (Chile). También ha publicado varios libros y artículos sobre ética cristiana, entre los que destaca una presentación sistemática de la Teología Moral en cuatro tomos, titulada Moral de discernimiento.