Generar espacios de diálogo, promover una educación que permita alimentar esa conciencia se convierte así en necesidad de primer orden en unas sociedades cada vez más cambiantes y diversas. Porque, si bien se mira, la mayor parte de los conflictos y decepciones que experimentan los seres humanos procede de su incapacidad para dialogar consigo mismos, con el conocimiento, con el medio natural del que forman parte y, obviamente, con sus semejantes.