El autor, «mochilero por gusto», utiliza trenes, autobuses, aviones y barcos, en un viaje en el que se asoma, entre otros lugares, al Tíbet; al nacimiento, el curso y la desembocadura del río Yangtsé y a la aldea donde nació Mao Tsé Tung.
Como es su costumbre, Reverte se adentra en páginas de la historia del país cuando estas le parecen emocionantes o interesantes. Y su particular mirada serena, tierna y perpleja ante el mundo impregna constantemente las páginas de este relato.
La China de hoy constituye el paisaje de Un verano chino: un retrato en ocasiones duro de un país difícil cuyo futuro no es fácil de prever y cuyo pasado ha sido destruido casi por completo. Se trata, además, de un libro cargado de sentido del humor que nos hará reír a carcajadas en más de una ocasión.
Reseña:
«Reverte es, pues, un escritor de viajes que sólo quiere ser un viajero: no un historiador, no un antropólogo, no un esteta. Y en consecuencia, sus libros gozan de una inmediatez, de una ligereza -de un humor-, que si bien no prescinden del dato histórico, que si bien no obvian la realidad política y social, tampoco ahogan su escritura con una erudición perjudicial y redundante.»
Manuel Gregorio González, Diario de Cádiz