El terremoto más largo de la historia duró dos minutos y sacudió Chile el 27 de febrero de 2010. Sus 8,8 grados en la escala de Richter arrasaron el sur del país y la ciudad de Concepción, y alteraron de forma definitiva la naturaleza del viaje de Javier Rodríguez Marcos: ya no era un periodista cultural dispuesto a cubrir el Congreso de la Lengua de Valparaíso, ni podía mandar amables crónicas de salón acerca de las reuniones de un centenar de académicos; esos dos minutos le convirtieron en un reportero de Internacional obligado a escribir la crónica de una catástrofe.
Así, por estas páginas desfilan soldados, ministros, geólogos, diplomáticos, niños que celebran cumpleaños, gerentes de hoteles, empleados de rent a cars; José Martí, que describió un terremoto en Charleston sin moverse de Nueva York; Darwin, que vivió un seísmo en Concepción dos siglos antes y los consejos de Chéjov sobre cómo hacer un reportaje. El resultado es la mejor crónica que su autor nunca pensó escribir.