La rosa y la tormenta o una noche estrellada, el Rastro o esa vieja calle a la que azota inmisericorde la lluvia, sirven para registrar, entre la celebración y la elegía, el alma de todo lo que amamos. En Un sueño en otro el poeta descubre esas profundas lecciones que sólo parecen poder alumbrarse con la voz apagada. En sus versos asoma ahora, entre sombras y amenazas, un sueño del que nuestra vida parece despertar a otro no menos frágil y amenazado. Las visiones melancólicas o alegres se conjugan con poemas abiertamente meditativos, desligados ya de la naturaleza, y de nuevo se produce el milagro: con exquisita sensibilidad por lo menudo y cotidiano, con la admirable y sugestiva plasticidad de su estilo, los poemas alcanzan un íntimo estremecimiento al hablar de lo que importa con más verdad y hondura que nunca. El lector no tarda en percibir que en Un sueño en otro hay algo ya que acaso trascienda la particular biografía de su autor.