Este es el relato en primera persona de un hombre que ha presionado a la justicia para que hiciera justicia y que ha ayudado a muchas personas como él y su hijo a alzar la cabeza y seguir adelante sin sentirse culpables de haberse topado con el demonio.
«Inocencia y despreocupación, la mejor etapa del ser humano, la infancia como síntesis de ternura y de amor: es una sentencia con pies de barro, aunque tendrían que ser de acero. Que se lo pregunten a todos los que se limitan a sobrevivir en la infancia. Preguntádmelo a mí.»