La ciudad avanza por medio de raíles, surcando una tierra devastada llena de tribus hostiles. Los raíles deben ir colocándose delante de ella al tiempo que se progresa y ser retirados cuidadosamente tras su estela. Los ríos y las montañas suponen un obstáculo casi insalvable para el ingenio de los técnicos de la ciudad. Pero si se detiene su movimiento, la ciudad va cayendo en el campo gravitacional destructor que ha transformado la vida en la Tierra. La única alternativa a la muerte es el avance. Helward Mann, un miembro de la élite de la ciudad, sabe mejor que nadie que su existencia pende de un hilo: está a punto de descubrir que el mundo exterior es infinitamente más extraño que su propio entorno, que tan bien cree conocer.