Está compuesto de ciento veintiún microrrelatos, es un ejemplo claro de la destreza irónica de la escritora; a través de la cual desliza al lector en la más inconsciente ficción, liberándolo de aquellas ataduras que lo encadenan a la más banal realidad. Provocativas, poderosas y sangrientas, estas minihistorias hablan sobre cómo las relaciones, pasadas y presentes, nos hacen cautivos. Dado que este género literario se presta a la experimentación, la autora se acerca en esta obra a los límites de la intensidad, la emoción y la expresividad; para llamar la atención sobre los anhelos más recónditos de la existencia humana, la ambigüedad conductual, así como el lado más oscuro de los sueños.