"Cualquier estado mental, ya sea de felicidad o de sufrimiento, tiende por naturaleza a incrementar si uno se acostumbra a experimentarlo. Si nuestra mente se habitúa a experimentar solamente el aspecto doloroso de cualquier experiencia adversa debida tanto a las circunstancias como a otros seres, entonces incluso el menor incidente llegará a provocarle una intensa aflicción. Como su intensidad aumenta a medida que nos vamos habituando a él, podemos llegar hasta el punto de que cualquier cosa que suceda nos aflija y desaparezca así cualquier posibilidad de ser felices.
Si culpamos a los acontecimientos externos, porque ignoramos que la culpa la tiene el modo en que nos hemos habituado a experimentarlos, surgirán el enfado y otras emociones negativas y así contribuiremos a que el fuego del sufrimiento y del karma negativo incremente incesantemente. Se dice entonces que «todas las apariencias se vuelven hostiles». Es necesario entender plenamente que si los seres de esta época degenerada en la que vivimos padecen tantos infortunios es debido fundamentalmente a su escasa capacidad de discriminación.
El que no nos afecten obstáculos tales como enemigos, enfermedades, influencias negativas, etc., no significa por tanto que podamos deshacernos de ellos e impedir que vuelvan a aparecer. Significa más bien que podemos impedir que se conviertan en un obstáculo para nuestro progreso en el camino hacia la liberación. Para ello, es necesario que primero dejemos de considerar el sufrimiento únicamente como algo que hay que evitar y posteriormente, si aparece el sufrimiento, que seamos capaces de alegrarnos.