Un intelectual y su carcoma (1934) es no solo la mejor novela de Mario Verdaguer, sino una de las más importantes aparecidas en los años de la Segunda República.
En ella explora, a través de una intensa introspección psicológica, la profunda escisión de un escritor entre su conciencia y el mundo, entre la imagen del exterior que le ofrece su subjetividad y la realidad de la experiencia cotidiana. Esa autoconciencia en conflicto con la esfera de la vida permea todo el relato e inspira uno de los ejemplos más logrados de narrativa moderna en castellano, en la línea de Thomas Mann, Stefan Zweig, James Joyce, Virginia Woolf o Louis-Ferdinand Céline. La novela de Verdaguer logró además trascender la tortuosa psicología de su protagonista y la estilización de su narrativa, para ofrecer una brillante lectura de los problemas éticos y estéticos a los que los intelectuales y artistas trataron de dar respuesta en la compleja crisis cultural de la Europa de entreguerras. A la vez novela y metanovela, reflexión sobre la soledad y el papel del escritor en un mundo desquiciado, Un intelectual y su carcoma constituye un título esencial de la narrativa española del siglo xx.