Silvestre Mendo, un ser desclasado, nos arrastra, siempre en fuga, por los vericuetos en donde pululan los excluidos, los sin suerte lanzados a la calle a expensas de la violenta indiferencia de Dios y de la política. De este modo, su entrega cotidiana y sin reservas al "porque sí", proeza que él considera SOLEMNE y forzosa , queda anulada al no encontrar, en el hombre moderno, indicio alguno de reciprocidad. Por eso romperá con un encierro despótico y decidirá aventurarse en el lado más agitado de las emociones, marcando como línea maestra en su huida la urgente necesidad de resarcirse