El acontecimiento científico despierta en quien de él tiene noticia reacciones y reflexiones múltiples. Para unos la noticia científica es, ante todo, objeto de sorpresa por su carácter insólito e imprevisto. En otros predomina el asombro ante las proezas que el espíritu humano ha sido capaz de llevar a cabo en su esfuerzo por descubrir los secretos de la naturaleza y en su afán por encontrar caminos para dominar el mundo. Hay quienes, ante el indicio de un adelanto científico o técnico, sienten una avidez intelectual que les induce a no quedarse en la superficie de los hechos y les incita a profundizar en ellos hasta comprender en alguna medida sus íntimos secretos. Finalmente, están los que nunca olvidan el horizonte humano de toda realidad y ante lo nuevo en la ciencia se preguntan el lugar que estas innovaciones ocupan en la historia humana y en el panorama general del pensamiento. Y pretenden averiguar las repercusiones que su introducción ocasionará en el flujo de la historia y en la organización de la sociedad.