Argumento de Un Error de Cálculo
«Antes de convertirse en Zalacaín el Aventurero, el llamado Teodoro Sagredo Blanco era un profesor de instituto un tanto asqueado del oficio, aunque cumplidor, eso sí, en la medida en que esto era todavía posible. Hasta que un día, a unos meses apenas de cumplir cincuenta años, la cagó por el simple hecho de afeitarse la barba».Así, de este modo brillante, comienza la novela y las peripecias del tal Teodoro Sagredo Blanco.El afeitarse la barba lo convierte, a los ojos de los demás, en otra persona. Nadie, ni su propia familia, su infiel mujer y sus hijos, creen reconocer en el rasurado Teodoro al barbado Teodoro. Como este señor sin barba insiste en ser el que era antes, el barbado, es recluido en un manicomio, la Residencia Social Asistida Nuestra Señora el Amparo, y a la que el narrador decide llamar «el reino de Aglapsia». Allí establece relación con su médico; con la madre superiora de las monjas que atienden el hospital, significativamente llamada Sor Adolf; con un extraño personaje llamado Julián Gavanzo de Medroleas, a quien el narrador rebautizará como «El Homónimo; con el mismo Pío Baroja, en la extraordinaria biblioteca del hospital; precisamente de una novela de Baroja extraerá el nombre a partir del cual querrá ser reconocido, Zalacaín el aventurero. Y, por supuesto, una serie de raros personajes como Don José María, El Gigantilla, Efraín, La Esfera, El Chino Pareja, Robespierre...En medio de una narración que por momentos puede alcanzar el delirio, se nos va contando la historia de este señor llamado Teodoro Sagredo Blanco: su vida de profesor, su matrimonio, su integración en Comisiones Obreras o el Partido Comunista Español. Los años de franquismo. Su juventud y niñez. La historia familiar.En el hospital se enamora de una interna a quien bautiza como Libertad, no, como él dice, «por viejos hábitos anarquistas», sino por unos bellísimos versos de Luis Cernuda.Y un día Teodoro Sagrado, decide escribir su propia historia, encerrarse en su cuarto («Este es mi cuarto y estoy vivo») y ponerse en la redacción de su libro, que es el mismo libro que hemos estado leyendo.1