Plenitud, dolor, ausencia? todos son parte de la misma cara de la moneda: esa que te toca cuando te arriesgas a amar. Nosotros nos amamos, nos odiamos y entre tanto, lo dudamos todo de forma constante. Y es esa maravillosa incertidumbre lo que a veces tanto duele y torna en locura cuando quieres huir y la fuga se ve frustrada por el continuo cambio en uno mismo; la soledad de su peso, cae a plomo en el pecho crítico. Y sin querer, vuelves a esa maldita espiral incorregible. Lo que digo con esto es que si hay algo que con plena certeza podemos afirmar es que todo está en un continuo cambio -imposible bañarse dos veces en el mismo río-, y que los sentimientos no viven sino anclados en un continuo de momento.