Una mañana, el autor descubrió que estaba teniendo un derrame cerebral masivo. Amante del funcionamiento del cerebro, Jill presenció fascinada cómo sus capacidades mentales la iban abandonando una a una, y fue capaz de recordar el proceso. Tras una recuperación que duró ocho años, Jill pudo escribir sobre el derrame, lo que aprendió gracias a él y cómo lo superó.
Una historia poderosa sobre cómo nuestro cerebro nos define y cómo nos conecta con el mundo.