Argumento de Un Amor de Uiq
Uno siempre se pregunta si no existirá vida o inteligencia sobre otros planetas, en alguna parte en las estrellas... pero jamás nos planteamos la pregunta sobre lo infinitamente pequeño... Tal vez porque eso puede venir de ese lado, de un universo aún más pequeño que los átomos, los electrones, los quarks. Si bien escribió muy poco sobre cine, Félix Guattari era cinéfilo. Le interesaban particularmente las apuestas y desafíos políticos que implicaba en tanto máquina de subjetivación, se trate de los films radicales post-1968 como de las producciones a gran escala de Hollywood. El cine es político cualquiera que sea su objeto (.) En cada producción, en cada secuencia, en cada encuadre, se elige entre una economía conservadora libidinal y un quiebre revolucionario. De modo que, por más inesperado que sea, no resulta extraño que en un intento de pasar a la acción haya probado suerte con la realización de un film de ciencia ficción, un género que en los años ochenta había logrado capturar el anhelo por una forma de vida alternativa que alimentaba los proyectos contraculturales, en la posibilidad mesiánica de la vida en otras galaxias. Así, entre 1980 y 1987, Guattari trabajó junto al cineasta norteamericano Robert Kramer sobre el guión de Un amor de UIQ, un film en el que se narra el primer contacto humano con una entidad subatómica llamada "Universo Infra-Quark que trastocará, primero, la vida de una comunidad de squatters y, luego, el paisaje planetario en su totalidad. Pese a que tras numerosos intentos fallidos el film nunca pudo realizarse, el guión en sí, influenciado a la vez por el trabajo clínico de Guattari, su activismo político, su pasión por los cómics y las radios libres, ofrece un prototipo de cine popular subversivo, un cine que remueve los códigos semióticos de los géneros al capturar fragmentos de un repertorio ecléctico de referencias fílmicas que van de Encuentros cercanos del tercer tipo a Blade Runner y reinsertarlos como componentes de una máquina desterritorializadora más rebelde, un mundo en el que Godard, Tarkovski, Pasolini y Antonioni intercambian ideas con Cronenberg y Carpenter.0