El concepto de comercio justo aplicado al ámbito del turismo proporciona una necesaria visión autocrítica que cuestiona algunas visiones demasiado optimistas sobre el papel de este sector en el crecimiento económico de los países en vías de desarrollo. El turismo no es responsable de los problemas estructurales que padecen estos territorios ni tiene la varita mágica para resolverlos. Pero, por sus características específicas, su transversalidad y multidisciplinariedad este sector, en el marco de la globalización, podría ser mucho más efectivo en la lucha contra la pobreza y las desigualdades si los principales actores que lo protagonizan (empresas y organizaciones, administraciones públicas de destinos turísticos y mercados emisores, y turistas) asumen un nuevo rol más comprometido con este objetivo.