La palabra escondida, a solas celada en silencio, puede surgir sosteniendo sin darlo a entender un largo discurso, un poema y aún un filosófico texto, anónimamente, orientando el sentido, transformado el encadenamiento lógico en cadencia; abriendo espacios de silencios incolmables, reveladores. Ya que lo que de revelador hay en un hablar proviene de esa palabra intacta que no se anuncia, ni se anuncia a si misma, invisible al modo de cristal a fuerza de nitidez... María Zambrano