En este libro Cees Nooteboom visita a sus «muertos amados» para entablar diálogos con ellos, para verificar sus palabras, su inmortalidad. Este viajero impenitente se plantó ante las tumbas de genios de la talla de Pablo Neruda, Julio Cortázar, Antonio Machado, Rober Louis Stevenson, Yasunari Kawabata, Thomas Mann, James Joyce, Elias Canetti, Honoré de Balzac, Marcel Proust o Bertolt Brecht.