El dormir apenas interesa a la filosofía como una negatividad inútil, sin otro uso que el descanso del cuerpo o la producción de signos de una noche del alma. Pero conviene preguntarse si no existe algo así como una razón del sueño, una razón en acción en la forma o la modalidad del sueño. Sueño como recurso del comienzo, del recomienzo. Vigilia de un mañana al que no se pide otra cosa que llegar. Confianza sin promesa a través de la noche que atraviesa en este momento la tierra difícil para los hombres.