Tríos; dominación; sexo a salto de mata, bondage o acostarse con alguien famoso; observar cómo nuestra pareja hace el amor con otra persona; a la pata la llana, desvergonzaddamente o con un cierto punto pervertidillo? Todo esto y más no son sino componentes normales de las fantasías sexuales de todos nosotros. No hay qye sentirse avergonzado: tener fantasías sexuales no necesariamente implica que uno quiera ponerlas en práctica. De la misma manera que en un tiempo se creyó que la masturbación era un hábito pernicioso para la salud, se extendió la idea de que albergar fantasías sexuales era anormal. Algo que el progreso de la medicina ha acabado demostrando que carece de toda base.