Me desagrada dejar sin contestación una carta tan notable como la suya, una carta que quizá sea única en la historia de la humana correspondencia, pues ¿cuándo se ha dado el caso, anteriormente, de que un hombre culto pregunte a una mujer cuál es la manera, en su opinión, de evitar la guerra?
Así empieza este espléndido ensayo de Virginia Woolf, planteado como repuesta a las preguntas de un caballero que pedía su opinión sobre las maneras de evitar la Segunda Guerra Mundial. Como era habitual en ella, la gran autora aprovecha esta ocasión para analizar en profundidad la discriminación de que era víctima la mujer y reivindicar el derecho a tener la misma educación y oportunidades profesionales que el hombre. Solo así se llegaría a la realidad de un mundo racional y pacífico, donde una dama podría contestar libremente a cualquier pregunta.
Setenta y cinco años después de su primera publicación, Tres guineas, que puede leerse como una elaboración de los temasya planteados en Un cuarto propio, es un texto que aun se disfruta con placer e interés, y no solo por la espléndida prosa de Virginia Woolf, sino también por su vigencia: si es verdad que hoy en día las mujeres en Occidente hablan y opinan, la voz que las oye aun es la de un caballero que no ha aprendido a escuchar.