No hay ficción. Los archivos militares, los penitenciarios, los del PCE y sobre todo las voces de quienes vivieron estos trágicos hechos trasladan al lector al Madrid de los primeros días de la posguerra, una ciudad víctima del odio y la revancha de los vencedores. La brutal represión franquista y un enigmático crimen condujeron a aquellas jóvenes idealistas a la muerte. «Que mi nombre no se borre en la historia», dejó escrito Julia Conesa, de diecinueve años, una de las Trece Rosas, en la carta de despedida a su familia. Este testimonio es la mejor forma de evitar el olvido. Tras años de ardua investigación, Carlos Fonseca recupera con toda su crudeza un episodio que permanecía en la memoria colectiva de quienes perdieron la guerra. Con la Rosa 14 completa la historia más conmovedora de la guerra civil.