Salinas rememora sus travesías de Argelia a España y, al estallar la guerra civil, a Francia y, de nuevo, a Argelia. En 1937 atravesó el Atlántico rumbo a Estados Unidos. Volvió a cruzarlo en 1944, como voluntario del American Field Service, para participar en la liberación de Alsacia y Lorena y la ocupación de Alemania, y regresó en 1945. Sus años en Estados Unidos (1937-1954) revelan una adolescencia conflictiva, durante la cual se despertó en el autor la conciencia de haber perdido un país, España, sumido en una sórdida dictadura, al que, a su pesar, volvió para siempre en 1955. Ese año, Salinas atravesó una puerta tras la cual, inesperadamente, encontró su vocación.