Son veinte homilías redactadas en lenguaje sencillo, propio de una predicación a la comunidad, pero preparadas con esmero. Todas ellas, a excepción de la última, explican textos del Antiguo Testamento, y son un exponente de la exégesis cristológica del Antiguo Testamento desarrollada ya en la Iglesia durante los siglos II y III. No puede estar Cristo sin la ley -dice- ni la ley sin Cristo, porque la ley es testimonio del evangelio y el evangelio perfección de la ley (Tract. Xi, 25).
Por lo demás, la convivencia y el diálogo con los judíos, residentes en la Bética, favorecía mayormente esta atención a los textos del Antiguo Testamento.