El itinerario que describe Conan Doyle es además de descriptivo, informativo, los elementos históricos están presentes. El paisaje se incorpora en el relato con corporeidad, su belleza impresiona, pesa; las noches estrelladas del desierto pueden ser opresoras o bien esperanzadoras, y los personajes forman parte de la espléndida galería doyleniana, en la que si en la sala principal tenemos a Sherlock Holmes y Watson, en las adyacentes debemos incorporar, haciendo compañía a los profesores Challenger y Maracot, a los pasajeros del Korosko, que conforman un mosaico de personalidades arquetípicas de los países de origen de los secuestrados; la caprichosa norteamericana Sadie Adams, el veterano coronel Cochrane, el tocanarices de Monsieur Fardet, los irlandeses Sres. Belmont...