En 1600 Tomás Luis de Victoria dedicó una antología de composiciones polifónicas al joven rey Felipe III, entre las cuales figuraba la Missa pro victoria, una misa policoral de batalla, el género musical político-religioso por excelencia. Este hecho sirve de marco a una serie de ensayos en torno a las relaciones entre música religiosa y poder político en tiempos de los Austrias. La cultura musical de la corte de Felipe III tanto en Madrid como en Valladolid o de instituciones ligadas a ella como los monasterios de las Descalzas Reales y El Escorial, así como el entorno económico-social o los mecanismos de difusión de la obra de Victoria en la península Ibérica o en las colonias americanas, son objeto de análisis variados que arrojan nueva luz sobre la producción del polifonista castellano y ponen de relieve su singularidad en aquella época.
Si las aportaciones personales e institucionales de Felipe III a la actividad musical cortesana han quedado oscurecidas en la historiografía por la sombra del reinado anterior, lo mismo puede decirse de la figura de Victoria: considerado hoy el más importante compositor español del siglo XVI y memoria sonora de la España del Rey Prudente, produjo sin embargo dos de sus libros más representativos (el citado de 1600 y el Officium defunctorum) ya bajo Felipe III. Situándolo correctamente en su tiempo, este libro traza a la vez la fortuna crítica de este compositor, estudiando la recepción de su música a lo largo de los siglos.