Si bien Carlos Barral declararía al publicarse el libro de Brines El otoño de las rosas que el autor era ya 'un clásico', José Olivio Jiménez lo definiría como 'uno de los poetas de voz más distintiva e intensa, y además explorador pausado, pero incansable, de un mundo interior singularmente diferenciado. Por ello, ese mundo es el suyo, naturalmente, pero el alcance de sus meditaciones poéticas rebasa sus personales circunstancias y se erige en verdades fácilmente (y dolorosamente a veces) compartibles por todos'.