Maika y Juan tienen una relación envidiable: trabajan en la misma agencia de publicidad, se encubren y apoyan mutuamente, van juntos a clases de baile, se toman algo después del trabajo y comentan el día? Y una amistad tan auténtica no debe arriesgarse cuando la química decide ponerlo todo patas arriba? ¿no? Como son tan correctos, deciden pasar un fin de semana con los amigos de Maika en la hermosa ciudad de Granada, y se proponen hacer todo juntos; todo, menos lo que realmente desean. Pero no hay sensación más devastadora que el miedo, ni peor consejera que una pasión contenida. Dicen que el que no arriesga no gana, pero siempre da vértigo lanzar el órdago cuando uno se juega lo que más importa, especialmente cuando nos convertimos en nuestro peor enemigo y nos empeñamos en ver fantasmas donde no los hay. Sobre todo, cuando el resultado de la arriesgada apuesta puede ser todo o nada.