Malos tiempos, Carlos Giménez deja de lado a los héroes y los generales, a los caudillos y a los políticos, para centrarse en la vida cotidiana de las gentes, las pobres gentes, que en las ciudades y los campos de España sufrían el miedo a la muerte al amanecer, mientras que en Madrid, como en tantos otros lugares, el hambre y el frío, la falta de medicinas y de ropa, y los bombardeos se cobraban su cuota de vidas y destrucción.