De tarde en tarde, nos llega un aroma de caminos, esta vez del Maresme, que hace que nos reconciliemos con la poesía. Me ha ocurrido con Todas las Lunas. Aquí en los versos hay naturalidad, mimo, primor al tratar las palabras. Yolanda se aleja del artificio, tan querido por algunos academicistas, para entregarnos trocitos de ella: sus recuerdos, sus sentimientos y sus miedos de mujer, lo que le hace reafirmarse, estar viva. Otras veces solamente mira, observa con ojos de niña fascinada y forja los poemas con sinceridad, para que nosotros, una vez leídos, los asimilemos, los hagamos nuestros y pasen a formar parte de nuestro acervo sentimental y cultural para hacernos mejores personas. Yolanda es clara, valiente, guapa, de mirada limpia? Su poesía, un espejo. Lo que es de agradecer en estos tiempos sin ternura que nos ha tocado vivir.