Argumento de Tiempos Modernos
Entre la actividad y la inactividad, un estad de equilibrio. Como la ola, entre el avance hacia la playa y el retroceso hacia el mar. Un estado que derrota la tiranía de la trama basada en la conexión causal, con su distribución horizontal de temporalidades que divide a los
hombres entre los privilegiados que gozan del conocimiento y el ocio (los hombres que tienen tiempo) y los condenados al mundo restrictivo y repetitivo del trabajo (los hombres que no tienen tiempo), para abrirse a una distribución vertical de temporalidades de raigambre igualitaria, hecha de múltiples eventos sensoriales de idéntico rango. Es la apertura democrática de la ficción literaria, de la danza como paradigma del puro movimiento sensible, de un cine que enlaza a Dziga Vertov con John Ford y Pedro Costa, de los movimientos sociales que se apoderan del espacio público para fugarse tanto del tiempo de la declinación y la catástrofe, ese diagnóstico bifronte que clausura y sepulta los 'grandes relatos' de la modernidad.1