El carácter es también consecuencia de la interdependencia entre todas las funciones intrínsecas a la naturaleza humana, que se estructuran en una unidad indivisible. Del desarrollo armónico del carácter depende la manifestación individual de cada persona, y el devenir de la capacidad de darnos cuenta de nuestra propia vida, de tener consciencia de la vida, ya que es a través de su filtro como la percibimos.