Hace ya casi tres décadas, cuando se detectaron los primeros casos de infección por el VIH, era difícil predecir cómo podría evolucionar esta enfermedad y la repercusión que tendría a nivel mundial. Lamentablemente la epidemia creció de forma exponencial en muchos países, a la vez que se extendió a muchos otros que en un principio no se habían visto afectados, por lo que llegó a adquirir la categoría de pandemia. Además, debido a su elevada mortalidad, se convirtió en una de las causas más importantes de muerte en todo el mundo, sobre todo en países en vías de desarrollo como África subsahariana. Actualmente, podemos decir que la epidemia de VIH continúa siendo un problema con importante prioridad sanitaria en el mundo, ya que son más de 33 millones de personas las que conviven con el virus. Sin embargo, en los últimos años se han logrado significativos avances en cuanto a prevención y acceso a la medicación antirretroviral. Así en el año 2008, el número estimado de nuevas infecciones (2,7 millones) reflejan descenso del 17% en los últimos ocho años y el número de personas de países de ingresos medios y bajos que reciben tratamiento antirretroviral (4 millones) supone un aumento diez veces mayor que en los últimos cinco años. En España, según estudios realizados por diferentes organismos, la prevalencia de infección por el VIH en la población general podría estar en una cifra próxima a 1,5/1000. A pesar del marcado descenso de la incidencia de SIDA en España consecuencia del acceso a los nuevos tratamientos antirretrovirales, sigue siendo uno de los países con mayor incidencia de SIDA en Europa Occidental. Durante muchos años el mecanismo de transmisión más frecuentemente implicado en los nuevos diagnósticos de VIH fue el uso de drogas por vía parenteral, el cual ha sido superado en la actualidad por las relaciones sexuales (55,2% de los nuevos casos de sida en 2008). Sin duda, el desarrollo del TARGA, conocido actualmente como TAR, ha cambiado la historia natural de la infección VIH/SIDA, al retardar la evolución de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los individuos infectados. A pesar de estos grandes avances, aún son necesarias más herramientas que permitan optimizar el tratamiento con estos fármacos. Así, al no poder erradicar el VIH-1, estos tratamientos deben administrarse de forma crónica, lo que conlleva una serie de importantes consecuencias en cuanto a adherencia al tratamiento, toxicidad a largo plazo, aparición de resistencias, etc. Además, la elevada variabilidad interindividual observada en la respuesta farmacológica, hace necesario buscar nuevas estrategias dirigidas a la individualización de estos tratamientos. Este trabajo pretende hacer un estudio completo de los aspectos farmacocinéticos y farmacogenéticos del antirretroviral EFV con el fin de establecer una base científica que contribuya al desarrollo de una terapia personalizada con este fármaco.