Junto a algunos conceptos ya conocidos del autor, como el amor complejo o la nutrición relacional, se presentan de forma ordenada otros que conforman un mosaico novedoso. Aparece así una teoría sistémica de la personalidad, que, en su vertiente disfuncional, enlaza con el maltrato psicológico, y se reflexiona también sobre las bases relacionales de la psicopatología, buscando una propuesta de estrategias terapéuticas coherentes con las mismas, así como con los recursos personales del propio terapeuta.
Como el propio autor sugiere, matizando a Maturana, «somos criaturas primariamente amorosas y secundariamente maltratantes; cuando el poder nos bloquea el amor, enfermamos y hacemos enfermar, pero la inteligencia terapéutica nos devuelve la salud».