Muchos analistas e intelectuales han contemplado el horizonte e intentado identificar algunos elementos que permitieran prever las tendencias principales del mañana. Henry Kisinger quiso establecer las bases de un neoimperialismo global que marcara la hegemonía de Estados Unidos, una visión que luego siguieron al pie de la letra los neoconservadores del equipo de George Bush. Zbigniew Brzezinski trazó un dibujo trilateral en un mundo dominado por Estados Unidos, Europa y Japón. Daniel Bell previó el paso de una economía de producción de artículos a una economía basada en el conocimiento y en la información. Manuel Castells recuperó parte de este escenario y añadió que la nueva sociedad informacional desembocaría en la implantación de una cultura virtual global. Tras la caída del comunismo, Francis Fukuyama proclamó que el triunfo de la democracia y el mercado significaba el fin de la historia. Y Samuel Huntington dijo que no estaba de acuerdo, y predijo un choque de civilizaciones. Pero otros han hablado del futuro como ansiedad. Porque había otras perspectivas que ponían en cuestión la misma supervivencia de la humanidad. John Kennet Galbraith, el Club de Roma, los movimientos ecologistas o más recientemente los altermundialistas. Todos ellos están presentes en este libro.
¿Se puede prever el futuro? ¿Es posible plantearlo con criterios deterministas, como si existiera una relación automática entre causa y efecto? ¿O tal vez nos movemos en el mundo de la incertidumbre? ¿Podemos modelar el mañana? Nadie lo sabe. Teorías del desconcierto examina las propuestas de los pensadores contemporáneos, analiza el proceso globalizador y sus escenarios, estudia el impacto de los avances científicos en la sociedad actual y explica por qué el mañana es siempre un libro en blanco.