Esta afirmación lógicamente no aparece en el vacío sino fruto de toda una corriente de pensamiento que subraya la necesidad de un conocimiento situado histórica y culturalmente. Desde esta perspectiva se observa a la Teoría de la Educación como un proyecto fallido, ya que, formular generalizaciones teóricas universales, no es que sea una meta compleja, difícil de alcanzar, sino que es una meta imposible que nunca podrá ser lograda: una aspiración inútil.
Es así como la crítica posmoderna suscita cuestiones interesantes, que pueden ayudar a repensar la Teoría de la Educación. Quedan aún muchas respuestas en el aire, lo cual supone un reto para esta disciplina. Este libro asume ese reto. Efectivamente será el fin de la Teoría de la Educación si la entendemos como los positivistas lo hicieron, pero no si somos capaces de responder a los desafíos que tiene hoy planteados.