Propósito del autor no es centrar la atención sobre la voluntad, sino atender fundamentalmente a los problemas del entendimiento. No trata de resolver una cuestión de santidad, sino de sensatez. Diferencia harto frecuentemente olvidada en la práctica de la religión. Se ocupa más del entendimiento que de la voluntad, no porque el entendimiento tenga más importancia en religión que en voluntad, sino porque tiene verdadera importancia y se tiende a descuidarla. Es cierto que la salvación depende directamente de la voluntad. Nos salvamos o condenamos según lo que amamos. Sin embargo, resulta innegable que la importancia del entendimiento es muy grande, puesto que no podemos alcanzar un máximo amor a Dios sólo con un mínimo conocimiento de Dios.
De interés para lectores interesados en temas de teología y espiritualidad.