Es un relato histórico, verdaderamente interesante de comunicaciones obtenidas durante dos años de intenso trabajo. Durante esta comunicación un espíritu nos contó parte de sus existencias, dándonos enseñanzas verdaderamente evangélicas, e instrucciones morales, de tal valía, que son un tratado perfecto de moral filosófica social.
El espíritu quiere demostrar, que dado el primer paso, se desciende rápidamente por la pendiente del vicio y del crimen, y que cuanto más rápido es el descenso, más a fondo se llega a la profunda sima de la perversidad, hasta llegar a la superficie plana donde crecen las aromáticas virtudes; que debe evitarse la caída por las funestas consecuencias que siguen al primer paso, aunque el tiempo es eterno y el pasado es un átomo comparado con el infinito del porvenir.
El espíritu pensador se impresiona profundamente, cuando contempla sus hechos de muchas existencias, en las cuales no ha cometido mas que actos punibles; y cuando considera que sus actividades y energías, y su poderosa voluntad, empleadas en el bien le hubieran dado días de gloria, goces purísimos y delicias inefables, y por haberlas empleado en el mal, se encuentra postergado, envilecido, sumergido en el hondo abismo de la degradación.
¡Cuánto sufre el espíritu que comienza a pensar, y comprende su triste y humillante situación!
Esto es lo que le acontece al espíritu que nos va contando los episodios de su turbulenta historia. Se da cuenta que está triste, muy triste, y evoca sus amargos recuerdos, él mismo se acusa y se defiende, y en sus acusaciones manifiesta que no quiere sincerarse, quiere al contrario, quemar con el fuego de sus recuerdos la honda herida de su remordimiento.