En los albores del siglo XX Frederick Winslow Taylor publica su obra Los Principios de la Dirección Científica. Desde el momento de la aparición y puesta en práctica de los principios, la contribución de Taylor no dejó indiferente a nadie en el mundo empresarial. Su evolución y acogida EE UU y en Europa, particularmente en el primer tercio del siglo XX, supuso una revolución mental en las factorías del entonces mundo desarrollado. Su influencia se extendió a las economías domésticas, la arquitectura, incluso la música y el ballet. La acogida de estos principios en Europa no fue homogénea, sufriendo un proceso de adaptación al entorno socioeconómico de cada país y la particularidad de sus empresas.